¿elegir?
O más bien, decidir lo que ellos y ellas desean, quieren o tienen
establecido, porque elegir, ya elegimos, votamos hace tan solo unos
meses para delegar durante 4 años (toda una legislatura) a nuestros
y nuestras representantes, aquellas mujeres y hombres, que legislarán
nuevas normas o derogarán las existentes, que pondrán en marcha un
nuevo proyecto donde la transparencia, la igualdad, la justicia
social sean los ejes de la nueva política, con la exigencia de una
participación más activa de la ciudadanía.
Otros
y otras decidieron que había que mejorar pero a través de los
mismos procesos y de las mismas personas y por lo tanto políticas,
otros y otras eligieron más estabilidad y proclamaron representantes
a aquellas mujeres y hombres que tenían más experiencia aunque
ideológicamente fuesen más confusos.
En
fin, que ELEGIR ya hemos elegido, con nuestros criterios y con la
fuerza que nos da decidir con nuestro voto quien compone cada uno de
los 350 asientos del Congreso de los Diputados del Estado Español.
Partidos
antiguos con largos años de existencia, otros con menos pero también
pertenecientes al “establishment”. Partidos que representan a
espacios o territorios específicos del Estado, desde nacionalismos a
mareas, o espacios en común. Partidos nuevos, que han crecido al
albor de las nuevas generaciones e intentando recoger la presión y
sentir de la calle, otros nuevos en formas y juventud pero viejo en
ideas e ideologías, en definitiva, un Parlamento tan variado como la
tertulia de cualquier bar de barrio.
Ahora
les tocaba a ellos y ellas interpretar cada uno de los cambios, cada
una de las decisiones, claro que no podía ser todo de un lado ni del
otro, claro que la pluralidad les llevaba a estar permanentemente
negociando, claro que es complicado, por eso elegimos, que ningún
partido tuviese la fuerza suficiente por si solo, de hacer y
deshacer, lo que le de la gana, que los tiempos del caudillismo,
donde costaba diferenciar cada uno de los poderes del Estado, habían
acabado, eran otros tiempos, son otros tiempos, no se si mejores o
peores, pero lo que si tengo claro es que son diferentes.
Nos
devuelven los votos, nos los lanzan a la cara y nos dicen:
ciudadanos y ciudadanas estos votos no nos sirven para nada, no
posibilitan estabilidad, no nos adjudican políticas de cambio, no
nos permiten mejorar el estado del bienestar, nos condicionan a no
llegar a acuerdos, son votos inútiles, que no sirven, que nos alejan
de lo que queremos y de lo que estamos dispuestos a dar.
Cuando
tenían mayorías absolutas, llamaban estabilidad a lo que nosotros
llamaríamos “no me toques el sillón” quiero todo el poder, lo
que ellos llamaban políticas para el cambio es lo que hace que
perpetúen su poder y repartan “migajas de bienestar” y los hace
más fuertes ante la ciudadanía, lo que ellos llaman Estado del
Bienestar solo políticas de subsistencia, de dependencia de
beneficencia.
Por
eso nos devuelven los votos, por eso no les valemos, por eso no se
sienten representados por sus votantes, por eso hoy se van de rositas
tirándonos nuestros votos a la cara.
Otra
vez de nuevo en pelotas, desnudos, sin nada que anticipe un buen
abrigo, de nuevo, sin quererlo, nos dicen que esta es la solución
más democrática ¿pero no nos preguntan si queremos bajar nuestras
pensiones, o privatizar nuestra sanidad, comprar nuestra propia deuda
con el dinero de nuestros ahorros, o privatizar los servicios
públicos, de eso no nos preguntan, eso quizás no sea más
democrático?. Hay que estar votando hasta que les guste el
resultado, de nuevo, lo nuevo ya esta rancio, ya huele a viejo.
Y
desnudo y en pelotas, y desnuda y en tetotas, tendrás que volver a
a votar, cabreada y cabreado, sin ganas, con el voto cogido con
pinzas y las urnas marraneadas de tanto mal uso, pero tendrás,
tendremos que salir a votar.
Porque
esta absurda y falsa democracia necesita de un solo voto para
sentirse legitimado, y ese voto puede ser el mio, o el tuyo, o el de
otra, y entonces, ya no valdrán reflexiones, ni escritos en blog, ni
editoriales de prensa, ya solo nos tocará humilladamente esperar
cuatro largos años. O que tampoco esta vez les guste el resultado.
Yo
voy a votar, con rabia, con desasosiego, con ganas de patear cada una
de las urnas que encuentre en mi camino, con ganas de convertir los
colegios electorales en clases de zumba, donde mover nuestro cuerpo
tan anquilosado, al ritmo de la nueva música, pero mientras eso
llega, seré obediente de nuevo. esta vez.
Pensaré
cada uno de los gestos, de las frases y de los hechos, de esta corta
y absurda legislatura, y con todo ello, y con mis ideas, y con mis
reflexiones el 26 de junio volveré a salir a la calle, tan
ilusionado como el pasado 20 de diciembre, creyendo, pensando,
rezando, que en mi sobre, llevo el cambio, el futuro mejor que nos
espera.
Ojalá
la próxima vez que me dejen en pelotas, desnudo, sea porque me han
invitado a una bonita cala del Cabo de Gata y las urnas son el mar
mediterráneo y la papeleta mi cuerpo disfrutando del agua salada.
Jose
Salvador 29 de abril 2016
Un
sencillo y cabreado votante
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