Dicen que es la forma mas suave que existe para decir una mentira, es como cuando alguien feo te pregunta ¿te gusto?, tienes que pausar la verdad, y contestar aquello de “no estas mal pero no eres lo que busco”.
Lo malo de todo esto, es que nos vamos acostumbrando a pausar la verdad demasiadas veces, no solo para mentir por la fealdad de un semejante, que es cruel, sino para expresar algo tan simple como nuestro estado de ánimo.
Expresamos con dificultad los sentimientos pero nos cuesta mucho más trabajo expresarlos cuando estos van dirigidos a alguien en concreto, es ahí donde perdemos el respeto a la verdad, es en ese momento donde la pausa se convierte en silencio y el cambiar de tema se hace imprescindible, nos da pavor, terror, nos conmueve todos los cimientos de nuestro ser, pensar, saber, creer que nuestros sentimientos han dejado de pertenecernos y forman ahora parte de eso que se llama: la sin razón del querer.
Estamos inmersos permanentemente en algo difuso, vamos a más velocidad de la que nuestro corazón es capaz de bombear sangre, para que la maquinaria resista, por eso tantos infartos, y por eso tantas lágrimas derramadas, no por el temor a terminar antes de tiempo este iluso pero bello cuento, sino por dejar de contralar a la bruja y malvada protagonista del mismo.
Vamos tirando pausa tras pausa de nuestras verdades, las hacemos factibles para creernos a nosotros mismos, para no sucumbir al desánimo de creer que todo y todos son una mentira. Acotamos los tiempos y los caminos, los tiempos para querer los pausamos cada vez más, nos hacemos incrédulos del querer, y recorremos caminos sin ver el paisaje solo quemando kilómetros, siendo promiscuos del tiempo y del espacio, creyendo, sin pausa, que cuantas mas manzanas comamos más príncipes besaran nuestros labios, y que un beso nos despertará del bello sueño de no soñar, dicen que es cuando más se descansa, y volveremos a recorrer el camino acompañados y el tiempo pasará como la arena del reloj cae, lenta pero inexorablemente macabra, pues nos guste o no, caerá el último grano.
Tiramos demasiadas sonrisas al aire cuando nadie nos ve, y pausamos la verdad, cuando todos nos miran, nos avergüenza saber que estamos contentos por un trabajo bien hecho, o por un abrazo recibido, o por el estrujón de un desconocido niño con falta de cariño paternal, o peor aún sentimos demasiada vergüenza cuando estamos enamorados, y guardamos tanto en la despensa que caduca antes de poder gastarlo.
Hoy tengo que pausar la verdad, para decirte que te he olvidado, hoy tengo que pausar la verdad para decirte que ya no escucho la música que me has aconsejado, hoy tengo que pausar la verdad para decirte que el móvil lo tengo apagado.
Jose Salvador
Septiembre 2010
1 comentario:
ES UNA BELLÍSIMA DECLARACIÓN. Ahora si uno pausa mucho te contestan otros, te leen el pensamiento: los contestatarios.
Bonita reflexión y verdadera para un carácter pausado, que haya recorrido tiempo, vívido que se decía. Quebrado.
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