SABINA
Sesenta
y siete tacos el día doce
de
febrero cumplí con pocas ganas
de
happy birthdays, de velas atroces
pero
esa tarde me llamó Susana.
Presidenta
le dije, no me tiente,
con medallas impropias de un
gualtrapa,
aunque si es de mi tierra y de mi gente
será un
honor lucirla en la solapa.
Y eso que en estos tiempos de tribales
identidades anti solidarias
uno acepta encomiendas federales
si
no son desiguales y gregarias.
Urge por eso, en tan inciertos días
construir puentes, destruir barreras,
que sea la verdiblanca la
bandera
d e la cultura, el pan y la alegría.
De Huelva y de Jaén
eran mis padres,
mis amigos don nadies sin fronteras,
cuando la
última copa me descuadre
regresaré a mi olivo y a mi
higuera.
Jaén, Sevilla, Córdoba, Granada,
Málaga, Huelva,
Cádiz, Almería,
duendes de la memoria enamorada
mantras del
corazón y la utopía.
¡Qué jeta! ¿Predilecto? ¡Qué
impostura!
Se burlan los espejos implacables
¿El cantautor o su
caricatura?
¿El golfo? ¿El trotamundos inestable?
¿El rojo
con abono en la maestranza?
¿El rockero que admira al
Agujetas?
¿El ateo que espera a la Esperanza
de Triana soñando
una saeta?
¿Qué cantan los poetas andaluces
de ahora?
-preguntaba Rafael Caballero
Bonald, perito en luces
de Argónida
le puede responder.
Y mi compadre Luis García Montero
y Felipe
Benítez que en la Rota
de la OTAN fundó un invernadero
para
plantar mis ripios y mis notas.
Y allí paso veranos exquisitos
al
amor de la gente que más quiero,
rodeado de hermanos, primas,
titos,
un doctor, un borracho, un alfarero.
En ningún otro
sitio los gitanos
han echado raíces de Macondo
l
lenando el
alcanfor de mis paisanos
de un milagro llamado cante jondo.
Por
no mentar la Alhambra y la Mezquita
de al-Ándalus, bendita
morería,
o de las juderías sibaritas
que Isabel y Fernando
aborrecían.
Aunque uno es nocherniego y tabernario
también
sabe dar pases de castigo
pa ser buen andaluz no es necesario
tocarle tantas palmas al ombligo.
Mejor pasar a limpio los
pecados,
l os eres, la ignorancia, el desempleo,
Andalucía sabe
demasiado
lo ingrato que es bailar con el más feo.
La
ilustración brilló cuando las cortes
de Cádiz se metieron en
faena,
después un rey felón vendido al norte
puso de moda el
vivan las caenas.
Parias hambrientos, pijos de mal vino,
guerras
civiles, ninis sin memoria,
no conviene olvidar, por si la
historia,
que aquí nacieron Lorca y su asesino.
Primero fueron
Úbeda y Granada
las ciudades de mi devocionario,
luego vino
Madrid, Londres y cada
Babel que me brindara un escenario
.
Y
América Latina tan mestiza
que sabe a ron y arcángeles paganos
y
esa Habana mulata tan castiza,
tan gaditana dijo Carlos
Cano.
Regular, mire usted, tirando a mal
anda nuestra marchita
economía
pero en arte, delirios y osadía
no conozco un parnaso
tan frutal.
Por eso a los tribunos que gobiernan
hoy les pido,
perdónenme que insista,
una patria decente, audaz, moderna
humana, justa, libre y progresista.
Y como no me ponen los
sectarios
ni me frenan atávicos prejuicios
soñar un paraíso
hospitalario
al sur del sur es ya mi único vicio.
T
uvo que ser
el gesto de un paisano,
pongamos que hablo de Alejandro
Sanz,
quien detuviera en fa mayor la mano
que maltrataba el morro de una
fan.
Porque, aunque soy forofo del Atleti
y admirador de Messi y
de Zizou,
entre el merengue y, manque pierda, el
Betis
quiero
siempre que gane el andaluz.
Marifé, Gala, Góngora, Cernuda,
Morente, Rancapino, Camarón,
Pasión, Emilio Prados, Juan Ramón:
el sabio sabe más cuanto más duda.
Y Bécquer y don Juan, Chávez
Nogales,
J avier Ruibal, Paquito de Lucía,
T
éllez, Muñoz
Molina, los cabales
profetas de la nueva Andalucía.
Y Romero de
Torres y Murillo
y Juan Vida, Valdés Leal, Laffón,
y Picasso y
Velázquez y Gordillo
yendo del carboncillo a la abstracción.
Y
Rilke, Hemingway, Gibson, Brenan
y el orondo Orson Wells, guiris
de pro,
que entre la magia, el llanto y la verbena
Blas Infante
a su causa convirtió.
Y Pastora Soler y Miguel Ríos
y la ópera
bastarda de Bizet
y Carmen, la morena del quejío
que no es la
del gabacho Mérimée.
Abrácense por fin las dos Españas,
muera el siniestro guerra civilismo
ni obispos ni trileros sin
entrañas
menos tontos por ciento de lo mismo.
En Madrid aprendí
cómo reluce
la copla de Chacón tabaco y oro
cuando salen
roneando por el foro
del café de la Unión los
andaluces.
Permítanme también que cite y loe
aquellos besos en
Puente Genil,
el trilingüe legado de Averroes,
las lágrimas de
sangre de Boabdil.
Y Aleixandre el gran Nobel generoso,
el
hombre más discreto de Sevilla,
que en Wellingtonia tuvo buen
reposo
y amores clandestinos de puntillas.
Maestros de fervor
republicano,
actores de la mítica Barraca,
doctores que en su
exilio americano
ilustraron al negro y al sudaca.
Aquí pintan
de añil el universo,
Morante, Caracol, José Mercé,
el nombre
de la rosa, prosa y verso,
Alto laguirre, Lola, Raphael.
La
impúdica y traviesa chirigota,
J ohn Lennon y la Piaf por
bulerías,
el Kichi en carnaval dando la nota,
el verdial tan
rural de la Ajarquía.
Con lo que va apreciándose y creciendo
por todo el ancho mundo el español
¿qué coño hace ese shosho
malvendiendo
su inglés barato por eurovisión?
Querido no te
pongas estupendo
me dijo anoche un cierto don latino
de
Hispalis, sigue andando y escribiendo
pero en román vulgar y
paladino.
Cuidando mi mala salud de hierro
hurgando en
pecadillos veniales,
con seis gatos en torno y ningún perro
que
ladre en mis futuros funerales.
La España de charanga y pandereta
no es el sur luminoso que prefiero,
mientras el jornalero y el
paleta,
blasfemen contra el dios de los banqueros.
Pero es
verdad que el ciclo de la luz,
el pescaíto, el mar, el vino, el
clima
convierten en fanático andaluz
al que a su gente singular
se arrima.
Estos días azules y este sol
de la infancia en un
patio de Sevilla
velaron al poeta en la pensión
de Colliure con
flores amarillas.
Dos versos, un cuaderno, un sacramento
póstumo
del mejor de los Machado
que nos dejó de noble testamento
su
cómo ser un andaluz honrado.
Contra el pacto del sable y la
casulla
mi diosa es la razón que no se vende
esta medalla al
mérito es más suya
que de quien de su ejemplo tanto
aprende.
Alérgico a sermones y laureles,
hoy, lejos de calle melancolía,
pongo mi tinta, cantos y pinceles,
al servicio de nuestra
Andalucía.
Bendito veintiocho de febrero
lo dice un hijo
pródigo que sabe
que aquí no sobra nadie, compañeros,
que
todo el mundo en esta tierra cabe.
Andaluz y español, más
europeo
que el virus que nos quiere separar,
por Sí dice ese
himno en el que creo
y por el mundo, y por la humanidad.
.
Joaquín
Sabina
28 de febrero, 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario