BUSCANDO BESOS ENCONTRE HUMEDAD

Este espacio lo utilizo para escribir lo que me apetece, a veces, tiene que ver conmigo y otras con lo vivido sin ser el protagonista, pero siempre estoy de acuerdo con reflexionar sobre lo escrito.

al otro lado del teclado estoy yo y quien me lee, ojalá algún dia la humedad solo sea de los besos que me das.

martes, diciembre 22, 2015

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La suerte estaba echada







Día de ilusión para todos aquellos y aquellas que creemos que la suerte algún día llamará a nuestra puerta aunque la estadística nos diga lo contrario, hoy por todo el país, por todos los rincones suena el mismo soniquete, la misma canción, ya pasa a un segundo plano lo ocurrido el domingo cuando fuimos a votar, lo ocurrido cuando se conocieron los resultados, ya se olvidó las caras de tristeza de algunos, lo sin saber que hacer de otros, la decepción de muchos, y la prepotencia de quien todo lo tiene ganado, o por lo menos así lo cree.

Hoy se ha jugado la lotería nacional, el consuelo de los pobres, el engaño del sistema, pero al fin y al cabo, la ilusión de que alguna vez la suerte llamará a nuestra puerta.

He visto lágrimas en los ojos, en sus ojos casi color rojo de la emoción, en su piel brillante y negra como la noche más oscura, he visto Africa en su mirada, porque no hablaba solo de él, no hablaba sólo de la situación precaria económica que él tenía el día de antes, hablaba de su país, de su familia, sin mencionarla, porque la emoción solo le permitía dar gracias a su Dios por ser uno de los elegidos en el maná del dinero de la vieja Europa, lloraba como lloran los niños al ver a su padre volver después de meses en la mar para ganar el sustento familiar y el marisco que cubrirá nuestras mesas estas navidades.

He visto saltar, reír, llorar, jugar, decir sin decir nada, mujer blanca separada y madre busca una oportunidad, nunca le llegó ese trabajo deseado, nunca le llegó esa mano amiga de la que hablan los anuncios de coca cola, nunca le llegó esa ayuda de la que hablan los políticos para las madres que lo necesitan, solo le llegaba la angustia de pagar a fin de mes un alquiler que le robaba la oportunidad de tomar un café con las amigas, ese café que tanto necesitamos para seguir viviendo, para sentirnos vivas, porqué hablamos de nosotras, de lo que somos y de lo que queremos, pero sobre todo, porque nos sentimos participes del mundo, solo conocía las largas horas de espera en las colas de la caridad para recibir su lote de alimentos, o ropa para sus hijos, pero hoy, sin saber porqué, en aquel criticado acto de gastar 20 euros en un décimo de lotería, esos 20 euros que han jodio a muchas familias con la misma esperanza, a ella, le ha sonreído, y mirando a cámara, sus ojos siguen diciendo porqué a ella, quien era ella, mujer, blanca, separada, madre, para ser la agraciada, y solo sabe sin decirlo darle las gracias a su Dios, por poder invitar a todas sus amigas, sobre todo a aquellas que nunca pueden ir, al café, a un café, a ese café que habla de sus vidas.

Desde su sillita de ruedas, contando cada una de sus arrugas, desde el olvido presente, desde el retiro deseado para no estorbar, desde el amor de fin de semana, mira de frente y con lágrimas en los ojos recuerda que por fin al final de sus días podrá devolver a sus hijos, a sus hijas, todo el amor que ellos le han ido dando, ella que no conoce muy bien el valor del euro, porque aún le gusta y tiene su derecho, vivir en pesetas, ella cree que no es mucho, pero espera que lo suficiente para quitarles sin sabores, y dejarlos un poco más libres para que cuando vayan a verla no tengan prisa por irse a sus quehaceres, ella, que siempre estuvo presente hoy se siente ausente de un premio que habiéndole tocado sabe que no le pertenece, y da gracias a su Dios por poder acabar sus días pagándolo todo y no dejar deudas con nadie, sonríe, porque sabe que ahora, si puede descansar.

En el resto de casas, de vidas, en la mayoría, en la inmensa mayoría de las casas, se llenan las papeleras de ilusiones rotas, de euros agotados, pero ellos y ellas, que siguen creyendo en la bondad de la suerte, se felicitan por tener salud y se alegran que el dinero repartido esté en manos de gente que lo necesita, miran de nuevo la tele, y casi en silencio con lágrimas en los ojos, no sabemos si por la emoción compartida de la alegría del prójimo, o por la tristeza de no ser el agraciado, se sientan a la mesa para compartir un día más el almuerzo.

Compré y no me tocó, lo sé, no es posible que toque porque eso solo ocurre, estadísticamente hablando cuando un avión te ha caído encima, ojalá el año que viene el avión del maná nos caiga a todos y se abandonen esas políticas que han provocado que una puta lotería nos saque del hambre y no de pobres.

Jose Salvador

2015 con los bombos aun calientes.