BUSCANDO BESOS ENCONTRE HUMEDAD

Este espacio lo utilizo para escribir lo que me apetece, a veces, tiene que ver conmigo y otras con lo vivido sin ser el protagonista, pero siempre estoy de acuerdo con reflexionar sobre lo escrito.

al otro lado del teclado estoy yo y quien me lee, ojalá algún dia la humedad solo sea de los besos que me das.

martes, septiembre 19, 2017

VERANO DEL 17




La Sra. Susana, y por supuesto la piloto del avión,  han conseguido que en solo 25 minutos me traslade de mi lugar de residencia a la ciudad de mis amores, y por solo 40 euros, una proeza en los tiempos que corren. Javi y su madre me esperaron pacientes en el aeropuerto, por primera vez, creo recordar, estrenaría el coche y los saberes de la conducción de mi sobrino, también de su música, la que escucha en su espacio y tiene la amabilidad de compartir con aquell@s que le acompañan en el viaje. Casi tardo más del aeropuerto al Quemadero que desde Sevilla, lo que es la vida, aquellos viajes eternos cuando la autovía era un sueño para esta tierra eternamente olvidada en las comunicaciones, tren con Sevilla, parada en Granada bus hasta Loja y vuelta en tren a la capital, viajes del siglo XIX para el XXI.

Las vacaciones son esas fechas donde uno parece que no tiene que hacer nada pero lo quiere hacer todo. Descansar, descansar, no es justo el término que utilizaría yo, pero claro, con un país que tiene 4 millones de parados y contratos precarios, es complicado hacer una reflexión más o menos seria y que no este mediatizada por esas vidas.

Felipe sigue fumando, pero, ha mejorado su resistencia, de nuevo ha empezado a andar cada mañana a la misma hora y con la fresquita del día visita la ciudad desde la montaña al mar, para ejercitar el corazón y por la tarde siesta y playa, Rodalquilar cuna del oro americano almeriense y hoy cuna del turismo desorbitado que está arrasando cada pedacito de este lugar llamado, Paraíso Parque Natural del Cabo de gata.

El resto de mi familia bien, como siempre, unos y unas estudian y les preocupa las notas y cómo no, las que les puedan quedar que se acumulan a las nuevas y por gracia del destino (llámese crisis) cada suspenso se paga con dinero de más, claro me imagino que los ricos se permitirán el lujo de suspender cuántas les de la real (nunca mejor dicho) gana, pero los de las becas, aquellos que Felipe (el de la chaqueta de pana) dijo que abarrotarían las universidades, esos y esas, que son minoría, o aprueban, o abandonan, o arruinan a propios y extraños. Por suerte los míos y mías, cumplen con su obligación, aunque Jesus, que trabajó todo el verano, necesita un empujón y creer un poco más en él mismo, para terminar, más pronto que tarde, esas dichosas matemáticas.

La madre algo flojilla, la edad y los calores pasan factura, las pocas ganas de comer, y la ingesta escasa de líquidos obligan a intentar pasar el verano lo mejor que se puede, a golpes de silla en puerta, con Isabel en la suya, y alguna visita de Lola o Mercedes, o alguna vecina, que acortan las largas tardes de verano, ahora, con la llegada del frío otoñal y esa oscuridad que se mete a media tarde, es el sofá y la siesta larga quien suple a la puerta y su butaca, noches de verano, casi como de pueblo, o quizás de pueblo, porque por mucho que algunos quieran, nosotros somos y nos sentimos Pueblo, algunas veces liado, ensimismado, confundido, engañado, pero pueblo en sus quehaceres y saberes.

La mamá y esos fideos de gambas, papas en ajopollo, sus lentejas de verduras y choricico, las papas a lo pobre, sus filetes empanaos, arroz con pollo, el guisillo de ternera, la tortilla de papas, ensaladas de tomate y atún y ese jurelico frito, o las bacalaillas, su brotalica pequeña y alguna sardina a la plancha. Pueblo, todo es pueblo, sin dejar ni un pedacico de espacio a la voragine absurda que nos metió la gran ciudad.

Cervezas con los amigos, y pasan los dias, llegan Pablo, Adri y Jesús de Sevilla, vienen cargados de ganas, de oler a mar y saborearla, pero también de comerse la ciudad y a sus gentes, a unas mas que a otras claro, en toda comida se aparta lo que a uno no le gusta. Disfrutaron de la Fabriquilla, de la feria del medio día y de la noche, de las costillas asadas del postigo y botellines con gracias del camarero, participaron del baile alegre y desenfadado de aquellos que viven la vida con mucha más color arcoiris, pasaron calor y estuvieron acompañados por fauna inesperada, rieron, se cansaron, tomaron café y comieron cordiales, y para no ser menos bebieron agua del cañillo para volver, junto a un buen americano de verano. El edificio de las mariposas fué testigo silencioso y discreto de todas sus andanzas, como lo fue Sancho en Castilla con su Sr. el Quijote,

Punta Entinas Sabinal, me recibió como se recibe a las personas de bien, desnudas y sin nada que ocultar, con su olor a sal y su sabor a mar, libre de prejuicios, pero también libre del peso que deja el trabajo diario, sentir esa libertad absoluta que da el Mediterráneo cuando lo miras. Más tarde en las noticias, descubrirás que ese mar, no es igual para todos ni todas, y que muchos se están quedando entre sus brazos por esa feroz idea concebida en nuestra mente, de que todo el que viene nos hará daño, como si en Francia, Alemania, Venezuela, Argentina, cuando llegaron los nuestros iban con ese propósito. El tiempo nos juega malas pasadas, lo malo, que mientras recordamos, muchos se están quedando en el camino.

La sombrilla de la playa quiere jubilarse este verano, pero las tiendas de los chinos, tienen siempre remedio para todo, así que creo que le vuelve a quedar a este parasol unos pocos de años más. Embadurnado de crema voy adquiriendo un leve color tostado, leve, pero que se nota, me da pereza y miedo el sol, así que sombra, agua y sombra, todo esto retratado por supuesto para que ninguna red social, dude, de mis vacaciones y los lugares por los que pasé. La mayoría de veces solo, pero bueno, Francis me ha prometido que para otro año, la cosa será diferente.

Entre familia, ratos de alegría en la casilla, carne de toro, tradicional cada año y gran excusa para juntarse cada verano y disfrutar de ese ambiente familiar que a mi tanto me gusta, el vivir lejos de ellos me provoca querer tener esos momentos seguramente. El calor agobiante y húmedo de este verano invitó a disfrutar de una noche de gambón, sardinas y pescaito, ya con Miguel por aquí que se le echaba de menos, siguieron días de playa, paseos, compras, cervecitas, cenas y americanos. Él, Miguel, me refiero, fue este año más asiduo de playa tardía, habrá que mejorarlo digo yo.

Pasó el verano, y de nuevo la rutina de la ciudad, el trabajo, los amigos, la gente y sus bronceados veraniegos, nuevo compañero de piso, enamoramientos de algunos y decepciones de otros, visitas, limpieza, boda de sobrino en Polonia del inigualable Luis Yepes. Y para no romper jamás las estadísticas, he vuelto con unos cuantos kilos de más.

Lo mas bonito, lo interesante, la belleza de mis sobrinas y sobrinos, las esponjosas y lindas arrugas de mamá, el olor a mar, la sal sobre mi cuerpo, la sonrisa de mis cuñadas, el quehacer de mis herman@s, mi calle, las calles, la soledad de esta bella ciudad, su paseo marítimo, mis recuerdos, mis risas y mis llantos, mis escalofríos al recorrer de madrugada y en silencio el espacio entre mi cuerpo y mi casa, el habla canturreada, el ico en vez del ito, ese acento socarrón que solo lo da la tierra que ha sufrido, y sobre todo el amor recibido, digo, todo eso, lo más bonito, está en mi retina, no existe aún red social que pueda vivirlo.


                                                                                                Jose L.
Salvador Castelo.
El verano que viene más y mejor.
Bienvenido el otoño 2017


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo un repaso en el artículo, como si en un día se resumiese, del mes. Me ha gustado lo narrado.

Unknown dijo...

En el pueblo sigue siendo verano. En la ciudad supongo que también. Comer has comido, así que ahora ya sabes: dietista y vigoresxia.