Hoy me siento un poco mal, porque he descubierto que quiero ser feliz. Si, ya sé que no es justo, pero no quiero seguir mintiendo, no quiero seguir mirando para otro lado cada vez que tengo que sonreír. Sé que odiar es lo que hacemos todos y “así me lo aprendí yo”, pero no puedo, no me quedan ni fuerzas, ni ganas de odiar, me he dado cuenta que si gasto mis energías en ser feliz, como que me lo paso mejor, vamos que me lo estoy pasando de puta madre.
Conozco a una mujer que no quiere, no puede, o no sabe ser feliz. Lo tiene todo, un buen trabajo, una buena casa, amigos, vive en una bonita ciudad, unos padres normales, sobrinos, animales de compañía. Lo tiene todo pero no es nada feliz, realmente vive amargada, ¿sabes porqué? Porque ella si sigue odiando, odia todo aquello que hace felices a los demás, odia todo aquello que provoca una sonrisa, odia que tu no odies, pero sobre todo, odia que tu gastes tus energías en ser feliz. Yo conozco a una mujer que no quiere, no puede o no sabe ser feliz. Lo tiene todo.
Tiene amor, escondido entre sabanas de seda bordada, en cajones y muy muy dentro del armario, por eso no es feliz, porque es amor pero escondido.
Tiene trabajo, pero no es suyo, es de aquél que por su nombre fue adquirido, es un trabajo que no le pertenece, pero que lo ocupa, que no es de mérito, pero tiene mérito que ella conociéndose como se conoce lo tenga, por eso no es feliz, porque tiene trabajo pero no es suyo.
Tiene casa, pero como el amor, esta escondida entre callejuelas, es una casa, pero no es un hogar, allí no llega nadie, es una casa sin alma, habitada de cosas, deshabitada de historias, nunca pasó nada, por pasar no paso ni un mal polvo, es una casa felina, que juega con la madeja pero desde la soledad de una mala entendida independencia, por eso no es feliz, porque tiene casa pero deshabitada de alma.
Tiene dinero, en cuentas bancarias, en objetos de lujo, en camas bordadas, tiene dinero pero no paga deudas, paga amistades y tengo entendido que alguna que otra cama, pero no es feliz, porque tiene dinero pero es una esclava.
Si vez a la mujer que conozco, dile que la odiaría, pero no tengo tiempo, estoy gastándolo en ser feliz, JAJAJAJJAJAJ, que gracia, yo que no tengo ni trabajo, ni dinero ni casa, JAJAJAJAJ, pero soy feliz, porque mi amor no está entre sabanas, está desnudo encima de la colcha, manchando con su saliva mi almohada. JAJAJAJAJA, perdonad que os deje, pero voy a ver si su saliva la derrama mejor en mi espalda, o en mi cara, JAJAJAAJA, como pierdo mis energías intentado ser feliz, ¿Me acompañas?.
Jose Salvador
Marzo 2006
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