El otro día le preguntaron a Maria Teresa Fernández de la Vega, ¿ Qué pensaba de ser la primera mujer con tanto poder en España?, poder político se referían, ella contesto: que no olvidáramos que está ahí porque, muchas, muchas mujeres, han luchado para que eso ocurra.
Yo tengo la suerte de conocer a un puñado de ellas, ya se que pensarás que vaya casualidad, que siempre conozco o me pasa algo de lo que digo, pero esta vez es así, son un grupo de mujeres que se junta un jueves del mes para cenar, y lo que ocurre en esas cenas es como las deliberaciones del consejo de ministros, nunca serán reveladas, te lo pueden contar, como se lo contarán a sus mas íntimos las ministras y ministros, pero, ¿será verdad lo que te cuentan?, o simplemente será una forma valiente de salir del paso, esa duda la tendrás durante toda la eternidad, bueno la tendré yo, que no soy mujer y por lo tanto no puedo aspirar a estar en esa cena, ni siquiera para coger información para escribir esto.
Te preguntarás ¿ Quienes son esas osadas mujeres que se atreven a desafiar la Ley sagrada de la masculinidad que dice (nunca dejes que más de dos mujeres estén reunidas sin la presencia de un hombre),? Cenan ellas sin la presencia de hombre alguno, son las “TOWANDAS” así creo que se hacen llamar, me imagino que en honor a una de las protagonistas de la gran película “tomates verdes fritos” …..
Son mujeres de diferentes lugares del territorio europeo, de Madrid, Almería, Burgos, Yecla, Jaén, Leganes, Getáfe, Palencia, Santander, Amberes, Angers, Berlín, y sin problemas estatutarios por el momento.
Tienen nombre e historia, eso las hace distintas del resto, son colectivo, porque son mujeres y porque se sienten parte de esa colectividad, son luchadoras porque han luchado y luchan, desde la mas absoluta cotidianidad, son bellas porque la belleza forma parte de sus formas de ser, son emprendedoras, porque cada día al levantarse crean una nueva jornada, y sobre todo son ellas porque las conozco, porque se quienes son.
Han visto pasar cientos de miradas, una veces miradas silenciosas, en el metro o en la velocidad de la calle, otras, miradas cómplices en el bar de moda, y otras, las más crueles, miradas sin esperanza de mujeres cruzadas en un paso de peatones, o al salir del trabajo diario. Cada una de esas miradas, ha ido forjando un mundo en femenino, nunca excluyente, pero si exclusivo. Exclusivo de la mujer no por el hecho de serlo, sino por vivirlo, por sentirse parte de la historia forjada y empujar para seguir construyéndola. No tienen nombre de calles, pero muchas calles o plazas se llaman como ellas, La plaza de la libertad en Burgos, o la plaza del ocho de marzo en Almería, Marie Curie en Paris, o Sophie Germain en Italia, o la reina de las ciencias Marie somerville que le da nombre a muchas calles europeas,.
Las towandas no son un grupo feminista, pero tampoco dejan de serlo, la concepción de feminismo es tan amplia como capacidades a tenido la mujer a lo largo de la historia de ir construyendo su memoria.
Hablar en femenino, es hablar con nombre de mujer. Hablar en femenino es hablar como habla LA MAR, o como gritan LAS OLAS, o como dan sombra LAS MORERAS. Es ir haciendo historia, escribiéndola poco a poco, no en libros, sino en la memoria de lo colectivo, de las vivencias, lo expresado y sentido, de lo tocado. Hablar en femenino no es un signo de fe, ni siquiera de sexo, es un signo de amor, de querer, de sentir, de palpar, de mirar, de colorear.
Cuando un Cayuco toma puerto en nuestras islas, cuando una patera llega a nuestras playas, cuando una mujer semidesnuda “pasea” por el retiro, cuando un lápida con nombre de mujer la paga su asesino, cuando una piel es ensuciada de sexo no querido, cuando una niña es escondida, cuando una imagen es vendida, cuando …….. cuando…….. se levantan las voces femeninas, como las olas, dando gritos, porque saben que el Cayuco, la Patera, la mujer semidesnuda, la lápida, la piel violada, la niña maltratada son surcos que van haciendo más difícil el presente, son jirones de piel dejados en la historia cotidiana, pero sobre todo son lagrimas que nunca debieron ser derramadas.
Cuando un color da vida, cuando una luz alumbra, cuando un camino lleva a algún sitio, cuando una niña ríe, cuando una paz se alza, cuando un crimen se aborta, cuando una paliza se para, cuando brilla de nuevo el ARCO IRIS. Se han levantado las voces femeninas, como LA MAR, dando vida, color, olor, pero sobre todo ofreciendo un espacio de libertad.
Cuesta trabajo sentir femenino sin ser mujer, cuesta escribir de mujer siendo hombre, pero lo que mas cuesta, es sentir que ha habido y hay hombres en la historia y en el presente, que destruyen lo femenino para no sentir, eso me hace menos libre, y hoy aquí, al hablar de mujer, recupero parte de mi libertad perdida, Gracias por ser parte mi y sobre todo gracias por no invitarme a sentarme en esa mesa, eso os hace grandes y a mi me hace solidario. Os quiero.
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