Si escuchas con atención, podrás oír el venir del agua, notar el calor del vapor, el placer del masaje, pero sobre todo, sentirás como se detiene el tiempo para recuperar fuerzas y emprender de nuevo la batalla algunas veces dura, pero siempre gratificante, hacemos lo que queremos, que ya es mucho, y aportamos lo que podemos, que es, lo que tenemos. Hacemos que pase el tiempo, los años, pero no envejeciendo, sino poniendo vida a cada año que pasa, compartiendo momentos, a veces compartiendo la propia soledad, abriendo puertas nuevas y cerrando aquellas que no queremos mantener abiertas. Traspasando épocas, historias de las que formamos parte, envolviendo nuestra vida de abrazos, besos, algún que otro arañazo, y muchos aromas.
Reconocer este espacio como nuestro, es recordar muchas historias que han pasado y que tienen que pasar, envolverse en la magia de la sensualidad no es evocar el pasado sino utilizarlo para gratificar el presente, culturas que han pasado, que siguen pasando, que nos aportan y aportamos, nos llevan a lugares cercanos en el espacio y lejanos en la belleza. Momentos para saborear, sola o acompañada, para disfrutar de los sentidos, abrirlos sin miedo, lanzarlos al vuelo del vacío, sabiendo que este vacío se llena con cada paso que se da.
Disfruta de todo lo que este momento te puede aportar y sobre todo utilízalo para llenar tu cuerpo de energía, para seguir recuperando esa fuerza que has ido dejando en el camino, fuerza que tiene que estar por ahí y que estamos seguros que la encontraras.
“Una vez por semana las mujeres y los hombres deben venir a darse este baño de belleza. No solo para las bodas es obligatorio el Haman, mujeres y hombres lo visitan como parte de su ritual de higiene personal para remover las células muertas y recibir masajes y aromaterapia.”
Jose S.
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