Sin miedo a la guadaña
Hay veces que el destino ya no cambia las palabras. Solo cambia el destino más profundo de tu mirada. No quiero sentir tus ojos llorando sobre mi espalda. No quiero sentir tu mano acariciándome el alma. No quiero sentir tu boca besándome en las entrañas.
Me estás matando, poco a poco, pero matando la vida y el alma, no me dejas respirar mas allá de tú guadaña. Se que voy a vencerte, pero antes, que dura la vida, que dura la pena, que duro tener que mentir para ser feliz sin tu condena. Ay¡ amor, de corazón, Ay¡ amor de carne y hueso, porque me dices que quieres lograrme de almíbar mi vida y solo me das cicuta y hiel como bebida. Deja ya de atormentarme, deja que sea de otros, más aún deja que sea yo, quien abra y cierre ventanas, quien cruce puertas y calles, quien vuelva de madrugada, deja que huela a hombres a semen y a escarcha, deja que sea yo quien destroce si quiero mi alma. No cierres de nuevo tus rejas, no lamentes más tu mala suerte, has sido y serás un canalla, han estado contigo, los que miedo tienen a tu guadaña.
Ya salgo de noche, ya soy mucho mas hombre, ya mi cuerpo es disfrutado y disfrutar sé de otros cuerpos. Ya no quedo solo en casa, ya no lloro en la pantalla, tu vida se ha ido apagando y encendiéndome a mí, el alma.
Vuelvo a ser feliz, vuelvo mirar miradas, tenéis que mirarme a mí, para comprender, mi lecho, tú placer y dos cabezas, tuya y mía sobre mi almohada.
Jose Salvador
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